viernes, 13 de junio de 2014

Rutinas y anclajes

La gente tiene aplicaciones en el móvil para todo, la mayoría gira en torno al ocio y al consumismo. Lo mejoran, amplifican, facilitan, abaratan, pluralizan. Con tu móvil ya puedes comprar cualquier cosa. Puedes consumir productos que antes tenías que pagar, propiciandote ocio.

La gente no sabe lo que quiere, yo soy el mejor ejemplo, pero muchos de ellos creen saberlo, pues hay tanta gente que se ha preocupado en ponerte opciones delante de tus narices. Apetitosas opciones de vida a las que puedes subirte si te sientes perdido. Religión, oficio, placer. Cada uno elige entre la amplia variedad, condicionado por los movimientos de sus cercanos y por la moda.

Es la total libertad de elección la maldición de nuestras acomodadas vidas. Es nuestro pecado capital preferir los límites a la vasta inmensidad. Las personas necesitamos puntos de anclaje, subrealidades, rutinas, otras personas. Acotar, limitar, crear fronteras, especificar núcleos, grados de importancia... todo ello con el fin de aportarnos seguridad y la sensación de tener nuestras vidas encarriladas.

Pero es todo falso.


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